La calidad del salmón que llega a nuestros platos se determina por los niveles de ácidos grasos omega-3 (EPA-DHA) contenidos en su carne.
El omega3 se encuentra naturalmente en cantidades importantes en los pescados grasos como atún, jurel y salmón. En los salmones de cultivo son incorporados mediante la alimentación.
Hasta la fecha, el alimento para el cultivo de salmones se produce en base a harina y aceite de pescado proveniente de la pesca industrial, es decir pesquerías naturales destinadas a la alimentación de la industria salmonera. Este modelo no resiste mucho análisis bajo la lupa de la sustentabilidad, por lo que la industria se ha abocado a la búsqueda de nuevas fuentes de ácidos grasos omega-3 para incorporarlo en la dieta de los salmones y por lo tanto del consumidor final.
“La tendencia mundial es reducir el uso de pesquería natural para alimentar salmones debido al impulso de ONG’s, cambios normativos y que el consumidor final está preocupado de este tema, entonces se están buscando alternativas al uso de aceite y harina de pescado.” Detalló Nataly Fuica del Programa Estratégico Mesoregional salmón sustentable, apoyado por Corfo.
El mismo aceite de pescado se utiliza también como suplemento nutricional en la industria farmacéutica ya que tiene propiedades antiinflamatorias, es antioxidante y contribuye al desarrollo y mantención del cerebro humano.
Este uso ha elevado su precio, encareciendo el proceso de producción de alimento para salmones y por lo tanto el precio final en todo el mundo, un motivo más para buscar vías de sustentabilidad, independizando la producción de salmón del aceite de pescado.
Las fuentes alternativas de ácidos grasos son conocidas: desechos de pescado (de especies distintas al salmón), crustáceos como el krill – lo que representa un riesgo porque se afecta la cadena alimenticia – aceites de vegetales modificados genéticamente como la soya o el lino y algunas algas.
Las Algas
En enero de este año se realizó el seminario de cierre del proyecto “Desarrollo de nuevos alimentos basados en el uso de microalgas ricas en DHA y EPA, para la producción sustentable de trucha arcoíris enriquecida con omega3 destinada a mercados de calidad Premium” (Fondef ID16l10344). Durante el seminario, realizado en Puerto Varas con presencia de distintos representantes de la industria, se difundieron los resultados de esta investigación en la que participaron los Droctores Robert Simpfendorfer y Edison Serrano del Departamento de Acuicultura ULagos, el Programa Salmón Sustentable de Corfo y la Empresa de nutrición animal, Alltech.
La investigación consistió en someter a distintos grupos de salmones a tres tipos de dieta, compuestas, en distintas proporciones, por las algas Schizochytrium y Nannochloropsis para medir la incorporación de ácidos grasos a los músculos de los salmones, la tolerancia de los especímenes frente a esta nueva alimentación y el efecto sobre sus atributos comerciales, como el sabor por ejemplo.
Estas algas son extremadamente ricas en DHA y EPA, llegando a triplicar los porcentajes del aceite de pescado, sin embargo presentan algunos desafíos técnicos para ser integrada en la dieta de crecimiento de salmónidos, por esto se buscó determinar las proporciones óptimas de harina de Schizochytrium y Nannochloropsis en las distintas etapas de crecimiento de los peces.
Los resultados demostraron una buena tolerancia de distintas especies de salmonideos a la dieta compuesta, especialmente a aquella con mayor cantidad de Nannochloropsis. Se observó buen crecimiento y buena salud en los peces estudiados y lo más importante, una buena tasa de incorporación de ácidos grasos al tejido muscular.
“Por el momento es una investigación de laboratorio pero con posibilidad de ser escalada, a niveles superiores en el sistema productivo. (…) En otras partes del mundo se está estudiando la incorporación de microalgas para especies marinas, por lo tanto es una investigación de mucha pertinencia, actualidad y proyección.” Explicó el director del proyecto Dr. Robert Simpfendörfer “Tenemos todos los insumos necesarios para la producción de microalgas en el desierto del Norte de Chile: mucha iluminación, mucha costa, muchos nutrientes. Podemos pensar en formulas inteligentes industrialmente para la producción de microalgas muy diversas, tanto para salud humana como para producción animal.”
De hecho, otras universidades del país están trabajando producción experimental de microalgas que tiene como externalidad positiva el consumo de CO2, desecho de otras industrias.
En este proyecto colaboró del doctor Simon Davis especialista en Nutrición Animal y Acuicultura la Universidad de Harper Adams, Inglaterra, uno de los especialistas más reputados a nivel mundial en su área.
“Estoy al tanto de los problemas relacionados con enfermedades infecciosas en el mundo y lo que pasó en años atrás en Chile, por lo que estoy muy contento de ver cambios positivos en medidas profilácticas, mejor alimentación, mejor mantención, todo dirigido a una industria más sustentable.(…) Hay mucho interés por proteínas y aceites alternativos para mantener la agenda de sustentabilidad porque tenemos un problema con el aceite de pescado, del que Chile es importante productor. Si la acuicultura va a crecer necesitamos estas alternativas. Las algas tienen mucho futuro porque si escalamos la producción podemos bajar los costos, ya se están haciendo nuevas inversiones. Mi universidad tiene mucha experiencia en nutrición animal y en enfermedades por lo que podemos traer nueva tecnología y podemos aprender mucho de Chile también.”
Este es el primer proyecto en el que colabora el Dr. Davis en Chile y manifestó su entusiasmo por el impulso innovativo, la actualidad y pertinencia de la investigación que se está haciendo en la región, especialmente en la ULagos.
“En la academia podemos quedarnos sentados en nuestras torres de marfil y olvidarnos de las necesidades industriales, pero estas continuamente generan oportunidades para la investigación. La investigación debe involucrar a la industria, los gobiernos ahora nos están pidiendo que colaboremos y formemos consorcios, que tengamos un efecto de sinergia.”
Para la industria el desafío es la sustentabilidad: mantener buenos precios para sus consumidores, producir alimentos de calidad y reducir el impacto que su actividad tiene sobre el medio ambiente en todos los pasos del proceso, para de esta forma proyectarse en el largo plazo.
Para las universidades el desafío es generar el conocimiento necesario para conducir a la industria en el camino de la sustentabilidad.
***El programa Salmón Sustentable busca articular a públicos y privados, productores, proveedores, para de facilitar proyectos que contribuyan a que Chile cambie en materia productiva y avance hacia una economía más sofisticada, especializada, diversa e innovadora.
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